In Acoso Escolar, Infancia y Adolescencia

Lo primero que debemos tener los padres, cuando sospechamos o confirmamos que nuestro hijo sufre acoso en la escuela, es una idea clara de a qué se está enfrentando en su día a día.

El acoso escolar o bullying se caracteriza por conductas agresivas que se ejercen de manera repetida de un alumno o grupo de ellos sobre otro, en donde la intención es hacer daño y establecer una relación de control-sumisión en la que el agredido no pueda defenderse.

Que los niños se pelean, se enfadan, discuten y se insultan es algo que, aunque no nos guste, ocurre de forma cotidiana en los distintos entornos en los que se relacionan. Es importante dotar a nuestros hijos de herramientas para solucionar conflictos que eviten actitudes y comportamientos agresivos, pero, en la realidad actual, estos existen, y pueden llevarnos a confusión respecto al acoso escolar. En unos casos, dicha confusión nos puede llevar a no valorar como acoso agresiones que realmente lo son (p.e. son peleas de niños, es que se llevan mal, intenta no hacerle caso, etc.), y en otros podemos alarmarnos ante una agresión puntual. 

Resulta fundamental, a la hora de considerar si nuestro hijo es víctima o no de acoso, hacernos la siguiente pregunta: ¿Cuál es el objetivo de esta situación?. En los caso en los que el objetivo es resolver una disputa, aunque ésta se haga de forma inadecuada, estamos hablando de una pelea entre niños que deben aprender a resolver sus conflictos de forma más constructiva. Sin embargo, si no existe conflicto alguno que resolver, si es una conducta reiterada, que se realiza, preferentemente, ante algún tipo de público, estamos hablando de acoso escolar o bullying.

Existen distintos tipos de acoso escolar, aunque todos tienen en común el objetivo de dañar y someter a la víctima:

1. Acoso verbal

El bullying verbal o acoso escolar verbal es aquel que se caracteriza porque el acosador expresa palabras crueles, insultos, amenazas, intimidación, bromas y frases sobre la apariencia, la condición sexual, la etnia, la raza, la discapacidad, o cualquier otro aspecto de la víctima.

En los niños que son víctimas de este tipo de acoso pueden mostrarse ausentes, malhumorados o mostrar un cambio de apetito, aunque la señal de alarma que nos puede poner sobre la pista de que nuestro hijo está sufriendo este tipo de acoso es que nos pregunte sobre si un determinado comentario que le han hecho es cierto o no.

2. Acoso físico

El bullying físico es la forma más conocida de acoso escolar, y se caracteriza por un comportamiento agresivo e intimidatorio, por parte del individuo o grupo acosador, que incluye patadas, golpes, zancadillas, bloqueos o empujones, etc. Puede ser ejercido de forma directa o indirecta. En el caso del acoso físico directo, se muestra todo un conjunto de agresiones físicas que pueden dejar una marca en el cuerpo de la víctima o no, pero lo que siempre deja es una secuela emocional. En el caso del acoso físico indirecto, no se llega al contacto físico, pero el agresor realiza acciones de intimidación encaminadas a provocar miedo en su víctima, la cual vive en un estado de alerta constante ante la posibilidad de que las amenazas a las que se está viendo sometida se conviertan en realidad.

Por desgracia, muchos niños no cuentan a sus padres lo que les está sucediendo, pero podemos, si observamos señales como frecuentes quejas de dolor de cabeza o barriga, miedo o enfado excesivo ante la idea de ir al colegio, que evite que veamos determinadas partes de su cuerpo (piernas, abdomen, espalda y brazos) y que rompa la ropa en el colegio con excesiva frecuencia, entre otras, sospechar que puede estar siendo víctima de acoso escolar.

3. Bullying social o relacional

Este tipo de bullying es más complicado de detectar por parte de los padres, y puede suceder en presencia o a espaldas de la víctima. El objetivo suele ser que la persona se marche, no se una o no forme parte de un grupo. Ya sea en el comedor, en los partidos de fútbol del recreo o cualquier actividad social o educativa del centro, la víctima es ninguneada o repudiada por sus compañeros.

Si has leído la entrada anterior, te habrás dado cuenta que se trata del caso de Turquesa. En su caso, las que habían sido sus amigas desde la infancia, ahora ya no deseaban que formase parte del grupo, por lo que iniciaron un proceso de expulsión basado en el maltrato y la humillación pública.

Las chicas son más propensas a sufrir este tipo de bullying, y el dolor emocional producido por el acoso escolar social puede ser igual de intenso que el sufrido por el bullying físico y las secuelas puede durar incluso más tiempo, dado que los comentarios y situaciones vividas se insertan en el concepto que tienen de sí mismos, lo que puede afectar de forma muy severa a su estructura de personalidad.

Debemos ponernos sobre alerta si apreciamos cambios de humor en nuestro hijo, si dice que no le gusta el recreo, si está solo mucho tiempo o si hace un uso “excesivo” de la biblioteca del centro en horario de recreo.

4. Cyberbullying

El cyberbullying es un fenómeno que ha nacido debido al auge de las redes sociales. Se caracteriza por el acoso o la intimidación producida a través de las redes sociales, mensajes de texto y correos electrónicos. A través del medio digital, el acosador difunde falsos rumores, amenazas, comentarios sexistas o racistas, suplanta su personalidad en la red social, causando un enorme malestar y problemas psicológicos y emocionales en la víctima.

Las redes sociales son un modo de interacción que está muy insertado en nuestra sociedad actual y, especialmente, entre los adolescentes, lo cuales, en muchos casos, no saben medir las consecuencias de ciertos comentarios. Es un modo de agresión en el que no se accede de forma directa e inmediata al impacto que sufre la víctima. El agresor fantasea con ella, pero no la vive de forma directa, además de tener una capacidad de difusión enorme y descontrolada a través de las distintas redes sociales.

Es posible que la víctima del cyberbullying pase mucho tiempo online y se muestre triste y ansioso después. Trata de conocer todo lo que se dice sobre ella. Lo que puede parecer una adicción a las redes sociales por parte de nuestro hijo, puede esconder un intento de conocer y controlar todo lo se dice y opina de él.

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